sábado, 19 de noviembre de 2011

Al capitán Mate



Las ratas espantadas como ratas
la luna tristemente estremecida,
de orgullo orgullecido el capitán,
sin timón no timonea el timonero.

La proa se ahoga,
la popa regala sus intimidades al aire,
las ratas como ratas,
el timonero sin timón,
el capitán con nervios de capitán,
la sal de las entrepiernas
se confunde con la sal de las espumas,
firmes las órdenes
incierto el devenir,
ciego el telescopio
mudo el astrolabio,
roto el sextante,
sin norte la brújula,
inútiles las cartas,
naufraga el arrojo,
el valor esta anudado en la garganta del capitán,
el capitán ultima su soledad,
el timonero quiere un timón,
el timonero quiere confundirse con el capitán,
el capitán no duda quien es el capitán,
el timonero ya ni puede timonear,
el capitán ordena su propia soledad,
el capitán aun no llora su barco,
su barco cargado de lunas,
cargado de albas y luceros,
cargado de mercancías románticas,
transparentes a nuestros sentidos,
de sueños y entresueños,
de soles mortecinos,
de fantasmas bienhechores,
cargado de soledades,
rescatemos tu barco, capitán.

© Julio Ramírez Jarmas

Versos de agua



Mis versos son versos salidos del agua
mis versos son versos que fluyen al mar,
mis versos son versos del querer amar,
son versos, mis versos, de mis ojos agua.

Mis versos, mis versos, son del río agua
mis versos son versos de mi triste azar,
hallan en mis ojos mis versos su hogar,
son versos mis versos del rocío el agua.

Se vuelven mis versos hilando entre arenas
nostalgias marinas, versos de sirenas,
¿Qué harán los marinos al oír mis versos?

¿Ha visto un poeta llorar a un marino
por un verso triste de agua, amor y vino?
llorando esta el cielo, brotando mis versos.

© Julio Ramírez Jarmas

He vivido junto al mar




He vivido bañado por las luces
Encantadas, de lunas marineras
mecidas por olas con estrellas
que salpican el fondo y hacen cruces.

He vivido jugando con fantasmas
caminantes del mar hechos de sombras
despertando entre arenas que me nombran
en bahías dormidas, de aguas mansas.

He vivido olvidado entre peñascos
atrapando burbujas florescentes
Al oír la agonía de otras gentes.

Mar, lluvia y sol, manantial de mi canto
olor de algas brotando hechas fuentes,
ramas quebradas de mi amor silvestre.

© Julio Ramírez Jarmas

Diálogo con el mar



Viejo mar,
hace tiempo que no hablamos de la noche,
las algas fosforescentes,
aguas vivas translúcidas,
luciérnagas marinas,
gaviotas y pescadores que regresan,
barcos y tormentas.

Viejo mar,
hoy quiero reconciliarme contigo,
brindar el acético vino que hace tiempos
acordamos probar,
vino elíxir de recuerdos
para que no olvidáramos nada
así podrás recordar cada una
de mis noches de nostalgias
cuando vengo a verte,
mis torpes desvelos
aguardando el llegar de sirenas,
los arribos de barcos, desiertas sus redes,
gaviotas heladas perdidas en su vuelo
en noches sin norte ni oriente,
monstruos apacibles varados en tus orillas
que llegaron malheridos a descansar de la vida,
marineros en tus balcones negando el tiempo
para no decirte adiós.


Viejo mar,
Quiero ser marinero,
quiero una noche también morir en tus balcones
para nunca decirte adiós,
para que seamos uno,
tú y yo,
viejo mar.

© Julio Ramírez Jarmas

Consulta al mar sobra una partida



La tarde mortecina junto al amigo mar
yo hablaba conmigo de mis tranquilas congojas,
del tiempo que pasa sin regreso, de la roja
palidez perfecta de su vientre estival.

Desvanecida la tarde sobre el horizonte
luminiscente de las olas, me habló el mar:
-tu voz- murmuró, -llevo grabada más allá
del tiempo, al decir adiós en sagrados montes.

Entre nubes y lluvias esparciré tu aliento,
tu lirio blanco, tu voz, tu oración, tu lamento,
volando cual ingrávidos versos, en su altar

Dejarè.- El mar sabe que vengo de muy lejos
esperando. Conmovido el inmenso viejo
me dijo: -la arena en tus dedos bésala asaz.-

© Julio Ramírez Jarmas

Soñé ser marinero



Podrá ser una tarde apagada

De nimbos plumbosos
O una noche cerrada
De lluvias tropicales
O, por ventura de la luz
Una reluciente mañana
De azogues y diamantes
Desde mis pies
Hasta mi pensamiento
Quedarán desvanecidos
Mi pobre coraje
Mi forma de amar
Mi tristeza eterna
Mi saber de todo
Mi saber de nada
Mi perro
Mis hijos
Mis padres ya muertos
Mis ríos lavanderos
Mis pájaros vivos
Mis Pájaros yertos
Del árbol caídos
Aquellos recuerdos
De amores perdidos
Mis triunfos
Mis libros
Mis luchas de osos
Mi mejor amigo
Casi todo, todo
Al fin se habrá ido
Casi, he dicho: casi
Casi todo, he dicho
Queda una nostalgia
Me queda un castigo
Me faltan los versos
Siempre cuando escribo
Queda esa nostalgia
Que así no se ha ido
Escribir poemas
Al mar con delirio
Y a sus marineros
Fue siempre mi signo.
Viene desandando
Un dolor hendido
En mi alma de muerto
En mi alma de vivo
Viene desandando
La nostalgia vieja
Que deja en los libros
Nostalgia de auroras
Pintadas en versos
Al pensar en niños
Que canten jugando
Y marchando
Mis trinos
Queda esa nostalgia
De amor y de penas
De saber que muero
Sin haber vivido.

© Julio Ramírez Jarmas

Alma de marinero


Marinero,
Siempre despierto,
Piel de serpientes,
Mira de búho,
Sagaz halcón,
Rezo en tu nombre
Esta oración.

¿habrás orado durante las eternas noches
De los gélidos confines
Donde las aves son peces
Los perros tienen aletas,
Crecen montañas de cristal,
Y el infierno se congela?...
¿cantaste a dúo con las sirenas
Que no conocen las mariposas,
Donde el verano es solo un sueño
Y la primavera una nostalgia?

Sabio de barcos
Piel de serpientes,
Alimento de olas y tormentas,
Donde solo el tiempo es macho,
Y dios no vive en su cielo.

Tuerce la proa,
Marinero,
Piel de serpientes,
Trae desnuda la piel,
Trae negro tus anteojos,
Cuida del fuego los mástiles encendidos,
Semental silvestre,
Que nunca besas tus crías,
Mientras los príncipes tamborean
Ritmos divinos,
Donde los pájaros y los árboles
No guardan lutos,
Las vírgenes morenas
Llevan olas en sus vientres,
En la mirada una jungla,
En la sonrisa un deseo.

Adéntrate marinero,
Piel de serpientes,
Macho corcel,
En ajenos viñedos,
Donde la abeja reina tiene tiene su celda,
Que ponga huevos de marinero.
Deja en oriente hijos del sol,
De allá lejos,
Mientras él duerme,
Tráeme la luna en tu mirada,
Ven a contarme tus historias,
Tus hiperbólicas historias
De fantasmas que remontan las nubes,
Sirenas que vuelan embriagadas
Con licores marineros,
Tus historias de piratas ciegos,
En sus barcos de oro,
Sin velas ni remos,

Ven a mi bar de azúcar y ron,
A relatar tus conquistas,
Marinero,
Piel de serpientes,
De ejércitos de caballos voladores
En australia,
De los hombres come-fuegos
De los imperios húmedos del áfrica
De las mujeres transparentes de noruega,
Muéstrame tu piel de serpientes,
Marinero.
© Julio Ramírez Jarmas

Ayúdame marinero




Marinero de los mares de mil mundos
ven a prestarme tu dilatada nostalgia
que para amarla no bastan mis penas y tristezas,
ni el eterno recordar sus cálidos besos,
que se ha ido entre brumas y reclamos
por mis culpas profanas impiadosas.

Dime tú, intrépido capitán que puedes navegar
arribando entre nieblas y tormentas,¿Cuál es el rumbo de su nao?...
Pregúntale al mar en su idioma de olas…
¿Hacia dónde el corsario torció su proa?
Pídele a tu mar que me socorra del naufragio,
detenga al viento que apura esas velas,
entonces, elevemos anclas, hermano marinero.

No habrá frío, sol ni ausencias
que detengan mi viaje sobren la estela de su partida,
sólo te pido tu piel tostada, lobo marino,
sin alma ya, el temor no estorba para surcar
a rescatar mi tesoro de intrusa barca.


Ven timonel, busca tu oriente contando estrellas
mientras yo, desesperado vigía sin visera ni mar
hurgo desde mi torre el horizonte nublado de mi objetivo;
préstame tu pericia, marinero de noches sin luceros,
para avistar su posición anclada en mi espera
dime, marinero sin nervios que olvidaste el sueño,
si abordamos a estribor su furtivo navío.
Dime marinero de románticos arribos a extraños puertos...
cuántas promesas le hago y cuáles penas le cuento...

Ven marinero a silbarle danzas a tus sirenas
diademas de luciérnagas traigan sobre las espumas
que iluminen la pálida transparencia de su tez,
amada golondrina que en suave brisa tibia,
remolcaremos hasta el ensueño caluroso de nuestro nido.

© Julio Ramírez Jarmas

Mar envenenado


Mar de rostro incierto, mojado peregrino
gladiador incansable de huracanes furtivos
tu muerte está arreglada entre obscuros motivos
brutal veneno, tus verdugos los negros vinos.

Gaviotas y esturiones extravían sus caminos
pescador sin peces, secas redes, muerto vivo
alegrías ausentes, nostalgias de arribos
lamentos de enlutadas arenas y marinos.

Brisas y demonios asfixian las nobles nubes
que orinan toxinas sobre el rey amazónico,
torpe la luz, temor del cóndor, ¿A dónde sube?

Mar que aun haces tuya la luna en tu agonía
no dejes que dioses te habiten ni den fronteras,
Chernobil, Nagaski, de su voz son elegías.

© Julio Ramírez Jarmas

Soñándote junto al mar


Los Amantes del Mar



Cual arenas abismales
arrastrando letras de tu nombre
esculpido en las rocas de los tiempos
por el abrasivo rascar de los siglos
se escurre tu silueta transparente
por los límites infinitos de mi pensamiento
ingrávido lienzo inmaterial te cubre,
permea la humedad de mis lascivias.

Soy halcón invisible,
un cielo de cristal me permite ver a Dios.
Mas, ahora, un tibio rozar de mis dedos matemáticos,
harán sentir a tu carne que eres vida entre los vivos,
se arruinaron mis sueños, con nubes de cenizas,
la brisa y la nostalgia me hacen sentir el frío,
mi piel descubre que no está tu calor,
las espumas rompientes traen las hormonas de tu aliento
gota a gota la lluvia reescribirá tu nombre en el mar
lo esculpirán las olas contra los acantilados
las gaviotas lo bajarán de las nubes al relieve de las arenas
y yo lo alzaré en mi voz letra a letra
para fijarlo en mis oraciones, en mis ojos y en mi dolor
hasta que El Cielo vuelva a la tierra
y mi nostalgia me devuelva la vida.

© Julio Ramírez Jarmas

La novia del marino Andrés


http://www.flickr.com/photos/dabytes/page7/

La novia del marino Andrés pasea todas las tardes
los malecones del puerto
camina vestida de azul y de espumas,
espumas en las manos, espumas en los pies,
espumas en su pensamiento blanco que vuela de Las Antillas a Las Azores,
de Las Azores hasta las tierras del invierno eterno,
tan eterno como las brisas que desvanecen su espera.

La novia del marino Andrés lleva el mar
en su bolso de piel de focas.
En su bolso de piel de focas por marinas y por lejanas,
por lejanas como el sol de sus amaneceres,
sus amaneceres cargados de ilusiones y fantasías,
fantasías de niña púber, más virgen que La Virgen,
virgen en la mirada, virgen en su belleza sin mascarillas,
virgen en su ternura inexplorada.

La novia del marino Andrés sabe de los desiertos
y abismos marinos.
De los abismos marinos atragantados de barcos,
de barcos de piratas,
de barcos cargados de dragones,
de dragones disecados,
de barcos cargados de perlas celestiales,
de perlas celestiales como perla celestial es ella misma.
Como ella misma que reza al hablar de tormentas y naufragios.

La novia del marino Andrés sabe de los vientos
y de las tormentas del Pakistán.
Del Pakistán y de La India donde mugen y rumian los dioses,
las lluvias y las hambrunas y las salidas del Sol,
del sol que nunca ha visto la virginidad de sus vírgenes
porque sus vírgenes quieren ser vírgenes
hasta de una mirada, vírgenes para su amado.

La novia del marino Andrés sabe de amores volcánicos,
sabe de amores volcánicos amazónicos,
como volcánicos los carnavales cariocas,
carnavales y amoríos que al marino encantan y a ella atormentan.

La novia del marino Andrés recibe paisajes postales de Madagascar, de Tokio, de Galápagos y de Alaska.
Paisajes postales del Madagascar remoto y descentrado,
descentrado en sus penínsulas,
descentrado en sus amores,
sus amores arreglados desde el génesis,
desde El Génesis hasta la muerte,
la muerte que llega entre lienzos, oasis y desiertos.

Paisajes postales de Galápagos con su fauna mitológica,
mitología hecha de realidades hiperbólicas,
hiperbólicos lagartos inmortales,
mariposas cristalinas y submarinas,
submarinas serpientes que anidan junto a las aves,
aves santas de este santuario escapo de las divinas iras,
divinas iras que hasta el mar teme y los marineros burlan,
los marineros la burlan para recrear sus fantásticas imaginaciones,
sus fantásticas imaginaciones para jugar con los recuerdos del futuro,
los recuerdos futuros de sus amores platónicos.

Paisajes postales de Tokio pintados por dragones cibernéticos,
con pinceles electrónicos y que entonan sinfonías matemáticas.
Matemáticas como el tiempo de su dilatada nostalgia guerrera,
nostalgia salada de mar y de sudor marinero,
sudor de marinero con olor a lobo,
con olor a escualo.

Paisajes postales de Alaska con osos polares enamorados,
osos polares enamorados y focas pescadoras y soldados esquimales,
soldados esquimales ordenando ejércitos de perros congelados,
congelados como los compromisos de bodas atemporales,
olvidadas por él, recordadas por ella que siente frío.

La novia del marino Andrés adorna su alcoba con anclas y mástiles,
con anclas y mástiles porque quiere que su alcoba huela a mar,
a mar, a salitre, a viento de pescadores y gaviotas,
con olor a gaviotas que vuelen muy alto, que viajan muy lejos,
muy alto y muy lejos pero sin perder los luceros del regreso,
los luceros del regreso despiertos hasta el amanecer.

La novia del marino Andrés lee todas las historias de piratas,
las historias de piratas, de sirenas y de espíritus marineros,
de espíritus marineros, de barcos encantados y de conquistadores,
de conquistadores adueñados de islas, castillos y tesoros,
adueñados de tesoros que pondrán a los pies de la amada,
la amada que siempre espera su regreso triunfal.

La novia del marino Andrés sueña con hijos marineros,
con hijos marineros intrépidos como el mismo mar,
como el mismo mar para que lo conquiste y lo traiga rendido,
rendido a su capricho, abiertas sus paginas confidentes,
paginas confidentes que saben de aventuras en cada puerto,
en cada puerto, en cada arribo, en cada noche de cabotaje.

La novia del marino Andrés ya tiene sobrinos marineros
sobrinos marineros que aprendieron de sus anhelos el amor al mar,
amor al mar, amor a las puestas de sol marineras,
las puestas de sol marineras que aroman sus poemas viajeros,
poemas viajeros de versos alados,
versos alados tan sutiles como un ingrávido rayo de luna,
como el ingrávido rayo de luna que admite la silueta de un lejano navío,
un lejano navío emergiendo del horizonte con inciertas esperanzas.

La novia del marino Andrés no sabe que Andrés solo sueña con el mar,
con el mar que conoció y diluyó sus penas,
con el mar que conoció y diluyó todos sus sueños de príncipe adorado,
con el mar que conoció y diluyó los últimos regaños de su infancia,
con el mar que conoció y diluyó sus pequeñas historias de ríos, montes y escuelas,
con el mar que conoció y diluyó la pequeña foto de la niña, su primera enamorada.
con el mar que se enternece cuando el le habla por las mañanas,
con el mar que se enfurece cuando le oye hablar de nupcias y señoras.

© Julio Ramírez Jarmas